Jonathan de Falco (Bélgica, 1984)
Jugaba en el Racing de Malinas de Bélgica, pero veía que su carrera como futbolista no tenía futuro a causa de las reiteradas lesiones por este motivo empezó a vivir una doble vida. Por la mañana entrenaba y por la noche visitaba locales de ocio gay. Un director de cine para adultos le propuso participar en películas X, y tras recibir el premio como mejor interprete novato del año, a los 26 años, recibió colgar las botas y salir del armario.
“Nadie notaba nada. Si hubieran conocido mi orientación, hubiera tenido problemas. El mundo del fútbol no está dispuesto a aceptar jugadores abiertamente gays. Todavía hay demasiados prejuicios y demasiada poca tolerancia“
“Siempre me he sentido atraído por los hombres, ahora me siento mucho mejor en mi cuerpo”
Thomas Hitzelperger (Alemania, 1982)
Hitzlsperger, internacional por la selección de fútbol alemana y exjugador de equipos importantes como Lazio, Everton, Wolfsburgo o Stuttgart, es uno de los pocos futbolistas que se han atrevido a confesar su homosexualidad. Hitzlsperger esperó a retirarse del futbol profesional para salir del armario un año después en 2014.
«Declaro mi homosexualidad porque deseo que la cuestión de la homosexualidad avance en el mundo del deporte profesional»
Marcus Urban (Alemania, 1971)
El futbolista Marcus Urban pasó la mayor parte de su carrera futbolística en el “FC Rot-Weiß Erfurt”, club de la antigua Alemania del Este, que ascendió a la Segunda División en la Alemania unificada y en el que jugó como centrocampista en los años 80 y 90. No salió del armario ante familia y amigos hasta 1994, después de colgar las botas. Posteriormente lo hizo público en 2007, cuando empezó a sufrir durante muchos años la homofobia social escuchando gritos de “maricón” continuamente en la calle. En 2008 publicó una biografía titulada “Jugando al escondite. Historia del futbolista gay Marcus Urban”, que tuvo un fuerte impacto en Alemania y le valió ser nombrado Asesor para la Diversidad en ciudades como Berlín, Hamburgo y Weimar. Marcus Urban también trabaja en el proyecto «Fútbol contra la Homofobia» de la Fundación Magnus-Hirschfeld, y es portavoz de la Asociación por la Diversidad en el Deporte y en la Sociedad (Verein für Vielfalt in Sport und Gesellschaft).
«Soy un jugador de fútbol, así que no puedo ser gay, solía repetirme esta frase a mí mismo (…)Luché tratando de controlar cada gesto, y no tenía vida fuera del fútbol. Al final, tuve que decidir. La elección fue el fútbol o de mi vida. Yo elegí la vida”
“No conocía a otros homosexuales o lesbianas, y lo peor era pensar que estaba enfermo o que algo andaba mal conmigo. Nadie me ayudó. Me encontraba completamente solo”
“Ningún título de campeón del mundo me habría proporcionado la tranquilidad interior con la que ahora vivo”
“Mi lema es: «Si quieres saber quiénes son realmente tus amigos, ¡sal del armario!»
Olivier Rouyer (Francia)
Hasta 2008 no confesó públicamente que era gay. Tenía 52 años y era comentarista de televisión cuando reveló su homosexualidad durante una entrevista al diario deportivo “L’Equipe”. De los 70s a los 90s jugó en equipos como el Nancy o el Olympique de Lyon. Y posteriormente entrenó también al Nancy y al Sion. Tras su salida del armario denunció que en 1994 fue expulsado como preparador técnico del Nancy por su homosexualidad y no por su desempeño profesional. Otra directiva del club, lo desagravió y lo homenajeó en 2011.
“Sí, soy gay. Inicialmente me escondí, pero me enamoré y me cansé de mentir”.
Wilson Oliver Elías (Uruguay, 1967)
En 2005 y con 38 años y tras el abandono de su meteórica carrera en el mundo de fútbol por no poder continuar viviendo en la marginación y discriminación personal en la que se sentía inmerso, Wilson se sincera con él mismo y hace pública su homosexualidad. Jugador del “Nacional” de Uruguay llegando con 20 años a Campeón de América y del Mundo. Tras hacerse público que acude a locales de ocio gay, es cedido a un equipo inferior dónde sale seleccionado durante 7 años como mejor jugador. Intenta hacer carrera en Venezuela, Guatemala o El Salvador, dónde se encuentra con una homofobia ambiental peor que en Uruguay, a la que regresa para jugar de nuevo en Uruguay en equipos inferiores hasta dejar las botas finalmente.
«Decidí que en poco tiempo iría dejando el fútbol, porque era tanta la hostilidad por parte de la gente, sobretodo de los contrarios o gente que me encontraba en la calle, que me hacía pasar malos momentos.»
«Ahora me doy cuenta de que (…) mi vida no era mi vida sino era la que los demás querían. Te van empujando a un corral en el que casi no te puedes mover.»
«Un amor compensa con otro. El amor del fútbol fue suplido por el amor de una pareja. Fue él quien me ayudó a rehacer mi vida, a dejar el deporte»